06. EL DERECHO A LA IDENTIDAD Y EL “ÍNDICE DE ABUELIDAD”

ABUELAS, CIENCIA Y DERECHOS HUMANOS MARCHAN DE LA MANO

La genética puede ayudar a que cada vez más niños y niñas conozcan su verdadera identidad. En esta nota te contamos cómo y por qué.

¿Alguna vez pensaste que la ciencia podía tener un papel central en la defensa de los derechos humanos y, especialmente, del derecho a la Identidad? Este es el derecho que tenemos todas y todos de saber quiénes somos y conocer nuestro origen. Esto puede parecer natural, pero no lo es tanto. En la Argentina, cientos de niños y niñas fueron apropiados y apropiadas y su identidad fue sustituida durante la última dictadura cívico-militar. Por eso, desde su creación, las Abuelas de Plaza de Mayo buscan encontrar a esos nietos y nietas que no conocen su historia. Al principio solo tenían las fotos de sus hijos e hijas, y buscaban un reconocimiento a través del parecido físico. ¡Pero ahí apareció la ciencia genética y el ADN (que es lo que nos hace únicos y únicas) a revolucionarlo todo! Las Abuelas se enteraron de que era posible establecer la paternidad o maternidad a través de un análisis de sangre. ¿Pero cómo hacerlo si estas madres o padres no estaban? ¿Se podía saltear una generación y usar la sangre de abuelos, abuelas o de otros familiares? De esta forma, impulsaron a la comunidad científica a encontrar respuestas. Así nació el “índice de Abuelidad”, es decir, un método científico que determina lazos de parentesco con un 99,9% de probabilidad. En 1987, se creó el Banco Nacional de Datos Genéticos, pionero en la genética forense, para que el Estado sea el que almacene las muestras de forma segura y para que se pueda comprobar la identidad, inclusive cuando los antepasados no estén con vida. Hoy en día, la genética sigue avanzando y la identificación del ADN puede realizarse también en la saliva y el pelo de las personas; e incluso en elementos que tengan restos orgánicos, como los cepillos de dientes. Como vemos, el trabajo incansable de Abuelas también tiene que ver con la ciencia aplicada, es decir, con el uso de la ciencia moderna al servicio de una finalidad social, en este caso el derecho a la identidad y la memoria colectiva.