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09. CONSTRUIR TU VOCACIÓN

En general se habla de la vocación como si fuera algo que nos viene desde la cuna. Como algo que estábamos “destinados o destinadas” a ser. ¿O acaso no escucharon frases como “desde chiquito ya se veía venir que ibas a ser doctor”, o “ya sabíamos que ibas a ser periodista”, “naciste para ser ingeniero”, etc.? Así es como se van armando los casilleros con las vocaciones para cada uno o cada una. Pero, ¿y si a mí no me pusieron una etiqueta? ¿Cómo descubro eso “para lo que nací”? Pero las vocaciones no son algo con lo que nacemos, sino algo que construimos. Decimos que las vocaciones se construyen porque dependen de los caminos y las oportunidades que se nos dieron (y que salimos a buscar) en la vida. Los proyectos de vida que fuimos armando. Las y los profesores que nos marcaron, esa materia que nos encantó, ese libro que leímos, esa serie que nos emocionó, esa charla con nuestro amigo o amiga que nos cambió la cabeza. También un trabajo nos puede llevar a encontrar la dirección que le queremos dar a nuestros futuros proyectos de vida. Todo eso va tejiendo lo que somos y en esas redes se va formando algo que podemos llamar vocación, que no es una llamada interior que no podemos desoír, sino que es algo que se va armando, con marchas y contramarchas, con idas y venidas, con certezas y dudas. Es algo que puede cambiar y está bien si eso pasa. Así que no te preocupes si todos y todas saben (o parecen saber), no enloquezcas si muchas de tus amistades ya tomaron una decisión. Nuestro consejo es que no te apures, ni elijas impulsivamente, seguí buscando y respetá tus tiempos. Averiguar, preguntar, buscar orientación va a hacer que vivas esta etapa de decisiones con menos incertidumbre y más disfrute.