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04. CAMBIAR O DUDAR NO ES FRACASAR

Elegir qué estudiar puede intimidarnos porque muchas veces se presenta esa decisión como algo de una vez y para siempre. Como si no hubiera vuelta atrás. Y esto, obviamente, nos mete mucha presión. Pareciera que hay que optar, empezar y listo, no mirar atrás. Pero siempre podés cambiar de idea. Nada de esto es un fracaso. Si elegiste Medicina pero después algo te hizo pensar que preferís estudiar Biología… ¡Todo bien! ¡A perder el miedo a reinventarse! Nos puede pasar que aunque hicimos todas las averiguaciones y creíamos estar en el lugar correcto, al empezar a cursar nos parece que no es tan así. De hecho, un estudio de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación (2020) muestra que 1 de cada 5 estudiantes cambia de carrera en el primer año de cursada. Es mejor respirar hondo, parar y pensar antes de seguir en piloto automático. Si algo nos está haciendo ruido, escuchemos. Es importante que si creemos que es mejor cambiar de carrera, no vivamos esta actitud como si fuera un error o un motivo de decepción. Los principales descubrimientos de la humanidad surgieron a partir de cosas impensadas o que no se habían planificado. Así que si empezamos una carrera y después cambiamos a otra, no “fallamos”. Simplemente nos dimos cuenta de que necesitamos ajustar la ruta, recalcular y empezar a indagar nuevamente. Esa prueba sobre la marcha es lo que te permitió saber qué querés hacer. Por eso ese tiempo que le dedicaste, nunca es tiempo perdido. Y eso que aprendiste nunca va a estar de más. Elegir una carrera también puede ser una aventura en la que a veces sientas que estás perdida y tenés que volver a orientarte.